sábado, 15 de mayo de 2010

Me voy pero me quedo

Domingo VII T. Pascual. Ciclo C
Hch 1, 1-11; Sal 46, 2-9; Ef 1, 17-23; Lc 24, 46-53

Hace cuarenta días que celebrábamos la Resurrección del Señor, y la Ascensión nos abre esas puertas del cielo a donde Él vuelve y desde donde el mismo Hijo de Dios nos va a enviar su Espíritu a toda la Iglesia en el día de Pentecostés. Los cuarenta días de Jesús con sus discípulos antes de la Ascensión y los cuarenta años del pueblo de Israel en el desierto, camino a la tierra prometida, son una figura que invita a caminar con fe y a hacer algo bueno por la vida. A trabajar por una humanidad digna, justa, libre; en otras palabras: a construir la historia de la salvación de Dios con los hombres.

Hoy, una vez más se nos invita a no quedarnos simplemente mirando al cielo: “Galileos, ¿qué hacéis ahí parados mirando para el cielo?” ¿Qué hacemos parados mirando al cielo? ¿Qué hemos hecho por nuestro pueblo? o, como le preguntó Dios a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Tendremos nosotros también el descaro de responder como él: “¿Soy yo acaso guardián de mi hermano?” El Señor se despide, pero es un hasta luego. Y nos invita, como a sus discípulos, a predicar la conversión y el perdón de los pecados, a ofrecer la salvación de Dios a todos los hombres.

La vida cristiana no es ni sólo más allá, ni sólo más acá. El cristiano piensa en un cielo que hay que construir desde aquí, desde ahora y cada día, mediante el amor, el trabajo y el servicio a los demás; un cielo que a su vez se nos regala como la casa de la definitiva alegría; cielo que se abre a la plenitud de los tiempos con la gracia y el poder de Dios y de Cristo resucitado, vencedor de la muerte. Todos estamos invitados a construir la historia y a abrirnos a la trascendencia. La victoria de Jesucristo es garantía de vida; su gracia en medio de nosotros es fuerza para luchar. Él mismo es camino, verdad, vida y plenitud. Él nos invita a ir a todo el mundo a anunciar el evangelio y en este domingo celebramos también la Jornada Mundial de los Medios de Comunicación Social bajo el lema: «El sacerdote y la pastoral en el mundo digital: los nuevos medios al servicio de la Palabra». La Iglesia es fundamentalmente misionera y rescato una parte de la carta del Papa con motivo de esta jornada, para reflexión de los sacerdotes y de todos los cristianos en nuestra tarea de anunciar el evangelio de Jesucristo: “En verdad, el mundo digital, ofreciendo medios que permiten una capacidad de expresión casi ilimitada, abre importantes perspectivas y actualiza la exhortación paulina: «¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!» (1 Co 9,16). Así pues, con la difusión de esos medios, la responsabilidad del anuncio no solamente aumenta, sino que se hace más acuciante y reclama un compromiso más intenso y eficaz. A este respecto, el sacerdote se encuentra como al inicio de una «nueva historia », porque en la medida en que estas nuevas tecnologías susciten relaciones cada vez más intensas, y cuanto más se amplíen las fronteras del mundo digital, tanto más se verá llamado a ocuparse pastoralmente de este campo, multiplicando su esfuerzo para poner dichos medios al servicio de la Palabra...”

¿Qué hacemos parados mirando al cielo? Tomemos la fuerza del Espíritu y trabajemos para que nuestro mundo conozca a su Salvador: Jesucristo. Feliz día de la Ascensión (otro jueves más que no alumbra tanto el sol).

Gonzalo Martín Fernández, sacerdote

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