sábado, 25 de diciembre de 2010

La familia de Dios

Título de la foto (Fano): "Que nuestro hogar sea la cuna de Jesús"
Domingo de la Sagrada Familia: Jesús, María y José - Ciclo A
Ec 3,2-6.12-14; Sal 127,1-2.3.4-5; Col 3,12-21; Mt 2,13-15.19-23

Las relaciones familiares no son las mismas en todos los lugares. Ni siquiera, por ejemplo, la relación ante los familiares que han fallecido. Hace años conocí en Filipinas a un sacerdote español. Acababa de llegar hacia unas semanas. Al encontrarnos y preguntarle qué tal le iba, se quejó amargamente de la falta de religiosidad y respeto de los filipinos ante la muerte. Me contó que había ido a un velatorio porque le habían pedido que celebrase allí una misa. Cuando llegó, se sintió en la necesidad de poner orden y silencio porque la familia allí reunida parecía estar de juerga. Mientras que unos jugaban a las cartas, otros comían y los niños corrían por todas partes. Intenté explicarle que la relación con los fallecidos en la cultura filipina es un poco diferente de la relación en el mundo mediterráneo o anglosajón. Que no es necesario poner una cara de tristeza, guardar silencio y mantener la cabeza baja. Pero eso no significa que no haya respeto o que el filipino no sienta la muerte. Lo único que significa es que lo expresan de una manera diferente.Las relaciones familiares no son las mismas en todos los lugares. Ni siquiera, por ejemplo, la relación ante los familiares que han fallecido. Hace años conocí en Filipinas a un sacerdote español. Acababa de llegar hacia unas semanas. Al encontrarnos y preguntarle qué tal le iba, se quejó amargamente de la falta de religiosidad y respeto de los filipinos ante la muerte. Me contó que había ido a un velatorio porque le habían pedido que celebrase allí una misa. Cuando llegó, se sintió en la necesidad de poner orden y silencio porque la familia allí reunida parecía estar de juerga. Mientras que unos jugaban a las cartas, otros comían y los niños corrían por todas partes. Intenté explicarle que la relación con los fallecidos en la cultura filipina es un poco diferente de la relación en el mundo mediterráneo o anglosajón. Que no es necesario poner una cara de tristeza, guardar silencio y mantener la cabeza baja. Pero eso no significa que no haya respeto o que el filipino no sienta la muerte. Lo único que significa es que lo expresan de una manera diferente.

Algo parecido se podría aplicar a la familia. No existe un único modelo de familia. Las diversas culturas, los diversos países, las diversas épocas, han dado lugar a diferentes tipos de familia, diferentes formas de relacionarse. Si apuramos, podríamos decir que hay tantos tipos de familias como familias en el mundo. Hasta nos resultaría difícil tratar de definir lo que es la familia. Básicamente una relación entre un hombre y una mujer en la que nace la nueva vida. Pero eso se ha expresado de muchas maneras. Y muy diferentes.

Cada familia es diferente

Hoy se dicen muchas cosas de la familia. A veces tengo la impresión de que no hacemos más que proyectar nuestra propia experiencia. Si hemos nacido en una familia de clase media, imaginaremos que todas las familias deben ser así. Si hemos nacido en una familia desestructurada quizá la idea de la familia será para nosotros el principio de los males para la vida de cualquier persona.

Hoy la liturgia nos presenta a la familia de Jesús: Jesús, María y José. Un matrimonio original con un hijo más original todavía. La realidad es que sabemos muy poco o nada de lo que fue la vida de aquella familia. Estaría, casi seguro, mucho más marcada por la pobreza de lo que imaginamos. Se parecería mucho más a las familias de los barrios de chabolas de las grandes ciudades de los países más pobres o a las familias de los campesinos de esos mismos países. Si tienen la oportunidad de visitar Nazaret, el guía les informará de que las investigaciones arqueológicas indican que los habitantes de Nazaret en el tiempo de Jesús eran tan pobres que no tenían ni casa. Vivían en cuevas. Así que nos podemos hacer una idea del nivel económico. Y, en consecuencia, del nivel cultural de aquellas personas.

Todos somos familia de Dios

Quizá, lo importante no sea tanto mirar al pasado para encontrar el “modelo” cuanto situar la familia en el marco del mensaje de Jesús: la buena nueva del Reino. Jesús nos dijo que todos somos hijos de Dios que formamos parte de su familia. Es una familia que abarca a toda la humanidad y que está levantada sobre el amor, la reconciliación, la misericordia. Es una familia que es lugar de vida y no de muerte, que es capaz de crear y recrear la vida. Pero no sólo la vida física sino la vida en el sentido más amplio: la vida en libertad, la vida de los hijos e hijas de Dios.

No hay que dudar que en aquel contexto cultural que les tocó vivir, Jesús, María y José formaron una familia fundada en esos valores pero concretados, vividos y expresados de forma diferente a como lo hacemos o intentamos hacer nosotros. No se trata de vivir como ellos. No se trata de renunciar a nuestra cultura. Pero sí de hacer que esa conciencia de que todos somos hijos e hijas de Dios, de que formamos parte de la gran familia de la humanidad, de que lo que nos une es el amor de Dios modele nuestras relaciones familiares más allá de los lazos de sangre.

Hay un largo camino por recorrer. No para volver a ninguna situación ideal en el pasado sino para crear aquí y ahora, en nuestra vida familiar, en nuestras relaciones, la familia de Dios, una familia abierta a todos, fundada en el amor, la comprensión, la misericordia y sólo cerrada al odio, a la violencia, a la venganza y la intolerancia.

Fernando Torres Pérez cmf

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