sábado, 16 de enero de 2010

"Haced lo que él os diga"





Domingo II T. Ordinario. Ciclo C
Is 62, 1-5; Sal 95, 1-10; 1Co 12, 4-11; Jn 2, 1-11

La Liturgia nos adentra en el Tiempo Ordinario que tiene de extraordinario la oportunidad de ofrecernos a todos los bautizados seguir profundizando en el Misterio de Cristo, desde el acontecimiento de la Pascua de Resurrección y Navidad-Epifanía que recientemente hemos celebrado, y vivirlo en el desarrollo de la vida de cada día, todos los días.

Jesús sigue manifestando su gloria con signos eficaces de gracia, de amor. Amor apasionado, alegre, festivo, divino de Dios-Esposo con su Esposa-cada persona-la Iglesia-la Humanidad, engalanada por el Espíritu con variedad de dones, servicios y funciones que facilitan la comunión vocacional, fraterna, de misión para el bien común. En el episodio de la boda de Caná, en Galilea, “misterio de luz” con la presencia de la Virgen María, donde el Señor Jesús es también invitado con sus discípulos, la celebración se hace Fiesta con el “vino bueno” (de la Alianza nueva y eterna), en la que la Madre de Jesús provee el paso de la Antigua (“no les queda vino”) a la Nueva y definitiva Alianza.

El signo realizado por Jesús manifiesta su gloria y al ser contemplado por sus discípulos hace crecer la fe de éstos en Él. En este Año Sacerdotal, donde estamos llamados a explorar y redescubrir la grandeza de este sacramento, perseverando en la amistad de Dios y que nos santifica en la verdad, participar este domingo del banquete Eucarístico que anticipa el banquete del Reino, de las bodas del Cordero, nos hace “contar las maravillas del Señor a todos” y nuestra oración con el profeta se hace misión: “por amor... no callaré, no descansaré, hasta que rompa la aurora de su justicia y su salvación llamee como antorcha”.

Juan Manuel Barreiro, sacerdote

2 comentarios:

Morpheo1983 dijo...

Ayer un buen amigo nos decía, ¿sabéis lo complicado que fue para los criados llenar 600 litros de agua? Allí no había grifos, ni manguera! Tenían que ir con cubos, jarros o botijos a por el pozo o río más cercano, y ¿cuántos criados pensáis que eran? No creo que los suficientes como para traer toda el agua en un viaje... imaginaros!
Además, ese agua... las tinajas se utilizaban para la purificación, por lo que la calidad del agua era de la peor, no sólo no era potable, sino que fue introducida en tinajas que se utilizaban para lavarse manos, pies, cabeza y quien sabe qué más...
Y de esa agua sacó vino, y no cualquier vino, el mejor!

Llenemos también nosotros las tinajas del reino, aunque sólo aportemos una gota, será una gota más del mejor vino!
Ya lo dicen, a quien hace lo que puede no se le puede pedir más!

Patricia García-Rojo dijo...

Me gusta cuando me descubren esos detalles del evangelio en los que no caemos... El "haced lo que él os diga", no era tan simple como abrir un grifo, ¿verdad?

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